El tanque Leopard 1, que entró en servicio a mediados de los años 1960, formó la columna vertebral del cuerpo blindado de la Alemania Federal y de varios países de la OTAN durante el período de la "Guerra Fría". El papel de batalla del Leopard era de suma importancia, ya que estaba en la vanguardia para enfrentarse a la abrumadora cantidad de tanques que podían desplegar los ejércitos del Pacto de Varsovia. Estaba armado con el fiable cañón L7 de 105 mm que era capaz de utilizar diferentes tipos de munición. La versión A5 supuso una mejora significativa con la adopción de una torreta modificada capaz de albergar los nuevos sistemas computarizados de identificación de objetivos y control de fuego. También se agregaron placas de blindaje compuestas de policarbonato que aumentaron significativamente la protección y la resistencia contra los "golpes" enemigos.
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